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Características del producto
Características principales
Título del libro | 9788424938963 |
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Autor | Marco Aurelio |
Editorial del libro | GREDOS |
Año de publicación | 2023 |
Marca | LERNER |
Otros
Cantidad de páginas | 227 |
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Descripción
MEDITACIONES
Tematica - FILOSOFIA
Autor - MARCO AURELIO
Edades - VARIOS
Tematica infantil - VARIOS
Sala - SALA INTERES GENERAL
Presentación - TAPA DURA
Resumen - Las anotaciones autobiográficas, las reflexiones y sentencias que Marco Aurelio fue escribiendo para sí mismo, durante sus últimos años de vida, componen un texto singular en la literatura antigua. Ningún otro gran personaje del mundo antiguo nos ha legado un testimonio personal tan sincero, tan hondo y tan patéticamente filosófico. Marco Aurelio tuvo que vestir la púrpura y la coraza del guerrero al frente de un inmenso y amenazado imperio. Sin ilusionarse con una República como la de Platón, intentó portarse siempre como un filósofo estoico y un digno romano. Y lo consiguió. Este extraño diario recoge sus pensamientos en las noches de vigilia, sus vacilaciones, sus recuerdos agradecidos, los consejos repetidos a sí mismo, sus máximas y su desesperanza. Con todo ello, consiguió una de las obras más perfectas sobre lo que debe ser un buen gobierno.
Publicado originalmente en la BCG con el número 5, este volumen presenta la versión de las Meditaciones de Marco Aurelio (firmada por Ramón Bach Pellicer). La introducción original ha sido revisada y corregida por su autor, Carlos García Gual (Real Academia Española), quien ha ampliado y actualizado la introducción original.
N° paginas - 227
Colección - BIBLIOTECA CLASICA
ISBN - 9788424938963
Editorial - GREDOS
Año de publicación - 2023
Nota Biográfica - (Marcus Annius Verus; Roma, 121 - Viena, 181) Emperador y filósofo romano. Perteneciente a una gens española de Roma, ya de niño llamó la atención del emperador Adriano, quien quedó admirado por su ingenua franqueza y su inteligencia, y ordenó a Antonino Pío que lo adoptara (138), quedándole destinado el imperio.
Estudió retórica griega y latina con Herodes Ático y Marco Cornelio Frontón, el cual desde entonces habría de ser su amigo y consejero espiritual. Seducido por el estoicismo, vistió muy pronto el manto de filósofo (133). Nombrado césar en 139 y cónsul en 140 y 145, este último año se casó con su prima Faustina la Joven, hija de Antonino Pío.
Los veintitrés años que duró el reinado de Antonino Pío se cuentan entre los más prósperos del imperio. Pero cuando tras la muerte de Antonino en el año 161, Marco Aurelio fue nombrado emperador, se abrió un período enormemente conflictivo para el imperio, que se vio sacudido por los ataques de los bárbaros, revueltas populares y varias epidemias. A la serie ininterrumpida de guerras y calamidades que tuvo que soportar, el emperador opuso su serenidad y su fuerza moral.
En su relación con los cristianos, adoptó la misma actitud que Trajano, que evitaba la persecución pero reprimía las manifestaciones públicas de su fe y castigaba a los fieles que, tras ser denunciados, se negaban a celebrar el culto de la religión ancestral. Sin embargo, esa actitud obedecía menos a una voluntad de erradicar el cristianismo que a la opinión extremadamente severa que le merecían su proselitismo y sus prácticas rituales. De hecho, los cristianos nunca lo incluyeron en su lista de perseguidores.
Como emperador, a pesar de su temperamento pacífico y su preocupación por la economía, se vio obligado a concertar empréstitos forzosos y a desprenderse de parte del patrimonio imperial ante la urgente necesidad de constituir un ejército de esclavos, gladiadores, extranjeros y fugitivos con el que hacer frente a la presión de los bárbaros; así, rechazó a los germanos hasta más allá del Danubio en el 168, venció a los partos y les arrebató parte de Mesopotamia (161) y sometió a marcomanos (172), cuadros (174) y sármatas (175).
Tras la paz general de 175 y la ocupación de una franja de seguridad al norte del Danubio, admitió en el imperio, por primera vez, a bárbaros como colonos y soldados. Sin embargo, una revuelta en el norte de Italia determinó que proscribiera por un tiempo esa práctica. Quebrantada la paz por los bárbaros en el 177, Marco Aurelio emprendió una nueva campaña, en el curso de la cual sucumbió a la peste que desde el 166 asolaba el imperio, que pasó a regir su hijo Cómodo.
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