Gargantua Y Pantaguel. Original Usado

Descripción

Es bastante frecuente decir pantagruélico: no lo es tanto decir rabelesiano, pero también se dice. Aquel a quien se le ocurra consultar los diccionarios a mano (sean, v.gr., el Larousse» en español y el vigente de la Real Academia), será informado de las relaciones que lo pantagruélico mantiene con las exageraciones gastronómicas, pero quizá le sorprenda el coincidente silencio acerca de lo rabelesiano, del cual al menos hubiera sido conveniente declarar sus contubernios con la risa, con una risa especial, no fácilmente definible, aunque descriptible, ya que el vocablo procede del libro en que se instituyó, de manera inmejorada, dentro del mundo de la cultura.

O, más que del libro, del autor, de aquel Francisco Rabelais que, por los años en que cantaba Garcilaso las riberas del Tajo en tierras de Aranjuez, contó las aventuras de Pantagruel, y quién fue su padre Gargantua, y su encuentro con Panurgo y con otros personajes igualmente divertidos y a su modo ejemplares, al mismo tiempo que desbarataba la lengua francesa y hacia con ella de su capa un sayo, quizá también para mostrar a los escritores del futuro que lo mejor que puede hacerse con una lengua que por su propia inercia se encamina al envaramiento ya la final arterioesclerosis, es tandirla, ahilarla, romperla, po- nérsela por montera y sacarle por vericuetos antigramatica- les su mayor expresividad. Si la obra literaria de Rabelais únicamente hubiera consistido