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Descripción

Pocos escritores habrá, dentro del ámbito hispánico actual, más universales que Jorge Luis Borges. Su obra se revela admirable desde cualquier ángulo y género -poesía, ensayo, crítica, narración-, parece concentrar muchos siglos de cultura tras su fisionomía novísima y obligar al lector a vigilante atención. Hacia ese orbe borgiano denso y paradójico se orienta el libro de Jaime Alazraki que ahora presentamos, pese a que intencionalmente no indague más que la parcela narrativa, los cuentos.

Considerando con acierto que en toda obra literaria vienen a confluir hasta confundirse significado y expresión, Alazraki persigue la iluminación del escritor argentino por dos costados: temas y estilo. Dentro de la temática le toca deslindar la invención o ficción propiamente dicha -los cuentos de Borges son cuentos fantásticos por excelencia- y la motivación, a menudo intrincada, que forma unidad con aquella. Y ahí resulta que el sentido de cada obrita no se hace nítido sino a la luz que le comunica la cosmovisión propia de su autor. En cuanto al estilo, lo considera nuestro crítico como órgano funcional que configura el tema y lo tensa hasta su mayor eficacia. El vario empleo del adjetivo, las figuras de contigüidad y semejanza, las variantes, etc., permite precisar mejor la originalidad borgeana.

De este estudio crítico sale lector jubiloso y enriquecido. Porque los laberintos que Borges nos hace explorar son pura maravilla. ¡Que de “juegos” con el tiempo y con el infinito”, como él dice! Pero lo de “juegos” suena a frívolo y aquí nada lo es. ¿No se tratará más bien de verdades, de ondas verdades dichas como de paso para privarlas de todo énfasis? Tómense como se quiera, es tentadora esta realidad tenía por impenetrable, azarosa, desordenada, caótica, que se obstina en no ceñirse a ningún esquema explicativo ideado por el hombre. Si ni la metafísica ni la teología aciertan, bien les está convivir con los fantasmas literarios, irreales. Y el hombre, desconocedor de todo, desconocedor hasta de sí mismo, ¿será un sueño de Dios? Los enigmas que rodean nuestra vida podrían simbolizar se -pues los cuentos de Borges son eminentemente simbólicos- como un sendero que se bifurca sin cesar, o como una letra mágica, primordial, en la que estarían prefiguradas todas las letras y todas las palabras y todos los secretos. Cuanto nos rodea, en suma, es misterioso y misterio somos nosotros mismos.

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